El factor más importante es la vitalidad de los lechones al nacer. Hay muchos parámetros para expresar la vitalidad, es complicado tenerlo todo en cuenta. El tamaño de la camada también es un factor importante a tener en cuenta.
La recuperación del peso de las cerdas tras la gestación es un factor para mejorar la vitalidad de los lechones. También es importante mantener la condición corporal de la cerda al final de la gestación, ya que tiende a recurrir a sus propios recursos para suplir las necesidades de los lechones.
El periodo de gestación se divide en dos partes:
En función de la fisiología natural de la cerda, se recomienda una ingesta elevada de pienso al principio de la gestación y una ingesta reducida al final de la misma. Por lo tanto, debe preferirse la alimentación ad libitum para las cerdas gestantes. Algunos estudios han puesto de manifiesto el cambio en las necesidades nutricionales de las cerdas en función del número de partos. Por lo tanto, debe utilizarse una ración de gestación diferente en función del número de partos previos (nulíparas/primíparas frente a multíparas).
La última fase de la gestación es un momento crítico que hay que controlar, ya que la cerda utilizará sus recursos para satisfacer las necesidades nutricionales de los fetos. Esto tiene un impacto directo en la pérdida de peso tras el parto. El objetivo es mantener la pérdida de peso en un máximo del 10 al 13%.
Además, el perfil de aminoácidos entre el principio y el final de la gestación tiene un impacto directo en la vitalidad de los lechones (por ejemplo, en su peso al nacer). La energía también es un componente esencial, además de su papel en la vitalidad de los lechones, interviene en el proceso de parto: cuanta más energía haya, más corto será el parto. En cambio, un aumento de proteína bruta haría lo contrario. La proteína es perjudicial para la salud intestinal por su efecto sobre las fermentaciones y la modificación de la diversidad bacteriana.
En teoría, habría que multiplicar los programas de alimentación para responder mejor a las necesidades de las hembras. En la práctica, es difícil aplicarlo, sobre todo por el número de cadenas de alimentación disponibles o de silos. Algunos ganaderos han optado por una alimentación de transición cuando las cerdas entran en la maternidad y antes del parto; esto requiere un gran esfuerzo porque la distribución se hace en la mayoría de los casos manualmente.